EL SER TERAPEUTA “EL BARCO ESTÁ MÁS SEGURO CUANDO ESTÁ EN EL PUERTO, PERO NO FUE PARA ESO QUE FUERON CREADOS LOS BARCOS” PAULO COELHO




EL SER TERAPEUTA

Por: Rossana López



“EL BARCO ESTÁ MÁS SEGURO CUANDO ESTÁ EN EL PUERTO, PERO NO FUE PARA ESO QUE FUERON CREADOS LOS BARCOS” PAULO COELHO




¿Por qué decidiste ser terapeuta? Te preguntan al ingresar a la universidad, a un nuevo empleo o personas que quieren conocer a qué te dedicas, generalmente se escucha en el gremio: “me gusta ayudar a las otras personas”, embarcándose en una nueva aventura con mucho por explorar, aprender, analizar, cambiar y sobre todo por trabajar iniciando con el “yo mismo”.

  

De acuerdo con Granja (2008), “el terapeuta es importante en el proceso de intervención teniendo en cuenta su formación, su historia por lo que es fundamental en un proceso de cualquier naturaleza en especial en el terapéutico” (p.64). Cada uno tiene una historia y con solo el hecho de haberla vivido ya tiene parte del proceso terapéutico. El terapeuta también es un ser humano y por tanto un sistema que puede contribuir al crecimiento bio-psico-social de las familias o sujetos que intervenga; sin embargo es importante tener en cuenta ciertos aspectos para la construcción constante de ese terapeuta y en especial ser humano de cambio y transformación, que se lanza a acompañar a quienes recurren a él, subiendo al barco de la intervención.



⛴ Preparación para subir al barco

También hay una historia, un pasado del terapeuta. Es fundamental que el terapeuta haya trabajado acerca de su propia historia, ya que esto es un elemento básico para acompañar a otras personas en su quehacer.(Granja, 2008, p.65). Es necesario que el terapeuta haya trabajado a nivel personal, sanando y resolviendo posibles, dolores, resentimientos, abandono, abusos, maltrato, sentimientos de soledad, angustia, entre otros múltiples eventos que pudo haber vivenciado; no solo durante la formación profesional como terapeuta, sino también en su día a día, constantemente, tanto en su pasado como en el presente y las situaciones que pueda llegar a vivir. No sería positivo o prudente subir al barco, por ejemplo, de una persona que ha sido maltratada por su padre, sí como terapeuta y ser humano también vivenció lo mismo y no se elaboró; probablemente haya una identificación con esa persona y no pueda ser orientado de una manera neutral y poco sesgada. O subir a un barco que requiere elaborar un duelo, cuando el propio barco se esta hundiendo ante la pérdida de un ser querido; acorde a lo indica Granja (2008), “es importante tener una distancia psicológica y afectiva de la familia de origen: Es necesario que el terapeuta logre trabajar su historia personal y familiar, esto no se aprende en los libros, sino en la elaboración de la propia historia”. (p.67).
Antes de subir a ese barco de quienes acuden a consulta, es necesario tener presente que el terapeuta tiene experiencia en algunas áreas y en otras no, lo cual va a ayudar en la intervención ya que esta va a aportar al crecimiento mutuo (Granja, 2008, p.64). El terapeuta no es aquel que tiene la última palabra en la intervención, pues reconoce que el proceso terapéutico es una construcción en conjunto y no propia; trabajar con seres humanos implica que también ellos traen sus propias historias, enseñanzas y conocimientos, sin embargo requieren de una orientación o acompañamiento en ese barco de su vida para encontrar alternativas a sus dificultades en las mareas altas y sus tormentas de manera autónoma, ya que es esencial reconocer que el terapeuta no estará embarcado para siempre y tendrá que bajar cuando se culmine el proceso para que ese tripulante continúe su recorrido de vida.




⛴ Subiendo al barco

Requiere ser un terapeuta abierto y observador para subir al barco; las familias y los consultantes generan mayor apertura ante un terapeuta que evidencie estas características, enseñan su realidad dándose a un aprendizaje mutuo. Aquí se genera la resonancia; ya que lo que expresa la familia resuena en el ser terapeuta generando una vibración en alguna cuerda del terapeuta. (Granja, 2008, p.66). Es necesario alejarse de prejuicios, creencias propias y juicios de valor para poder comprender y analizar la realidad de el o los consultantes, si el terapeuta se muestra como una persona neutral, con apertura y escucha, invitarán al terapeuta a subir al barco con mucha más facilidad. Así mismo es necesario considerar toda la información y comunicación como algo importante desde gestos y posiciones corporales, hasta situaciones “pequeñas o mínimas” que se comenten, ya que puede ser un aspecto muy importante que encadene a algo esencial; todo aquello que se pasa por “irrelevante”, puede ser un orificio pequeño por el cual puede entrar gran parte del mar, llegando a hundir ese barco.  



⛴ Durante la embarcación

El mapa principal durante la embarcación es una gran dosis de amor y esperanza en la vida, el terapeuta requiere tener confianza en la vida, con una visión positiva pero No alejada de la realidad; esperanza que ofrecer a los consultantes que llegan con historias dolorosas, sufrimientos, hasta deseos de morir. (Granja, 2008, p.67). La tripulación necesita aceptar, adaptarse y finalmente aprender de su realidad y las situaciones que hacen parte de esta, el terapeuta orienta a la confrontación de sí mismos, como también a reconocer que a pesar de que la marea esté muy alta, los vientos fuertes, y se piense que el barco se va a hundir, hay una luz de esperanza y un salvavidas (la voluntad de cambio y la toma de decisiones) gigante que permite ver de otra manera esa realidad.
De igual forma, no hay que olvidar la brújula, que orienta la intervención desde un abordaje transgeneracional que permita una visión del pasado y el presente del sistema que se interviene, este abordaje es importante al  considerar la familia como un todo, o como la define  Bowen (1998), “una unidad emocional donde sus miembros están ligados de tal suerte que el funcionamiento del uno influye en el funcionamiento del otro. En este sentido el funcionamiento de la familia es un producto de, y está influenciado por las generaciones que la precedieron”. (p.68). Ese sistema tiene una historia, y unas embarcaciones de origen que es necesario comprender y abordar desde una visión holística y empatíca orientando a la comprensión de la frase que señala Granja (2008) “La persona que huye de su familia de origen es tan dependiente de ella como quien nunca la deja”(p.73). El terapeuta orienta durante su acompañamiento, a que el sistema logre sanar y/o  restablecer de manera autónoma sus vínculos familiares, aceptando y adaptándose a su historia personal y familiar, pero de igual forma generando nuevos aprendizajes y reconstruyendo su propio horizonte vital.



⛴ Bajando del barco

Cuando el sistema logra adquirir diferentes habilidades y herramientas para poder manejar su barco, no sin posibles dificultades o de una manera perfecta, pero si desde una visión diferente de su vida y de las situaciones de su pasado y su presente, es hora de impulsarlo a que encuentre nuevas aventuras, vivencias y aprendizajes sin necesidad de crear dependencias al terapeuta o a otras personas, ese sistema que durante la embarcación trabajo a nivel terapéutico desde la autogestión, puede tomar el timón de su vida, y girarlo de un lado a otro, sin la necesidad de quedarse en el puerto pues se ha convertido en el capitán de un barco resiliente que se construyó para navegar.  

Referencias:

1- Granja Ortiz Dorys. (2008). Terapia familiar sistémica. Universidad Politécnica Salesiana. Ecuador

Rossana López
Terapeuta Psicosocial
Mg. Terapia Familiar en formación

18.Abril.2018
Bogotá D.C - Colombia

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(rossanalopez.terapeuta@gmail.com)

Comentarios

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